Para profundizar sobre situaciones de aprendizaje nos remitimos al RD 157/2022 (Anexo II), y al Decreto 101/2023 (en su artículo 7 y en las orientaciones metodológicas del Anexo IV). Igualmente se cita en el artículo 3 de la Orden 30 mayo.
Entendemos una Situación de aprendizaje como un
conjunto de actividades articuladas que los docentes llevarán a cabo para
lograr que el alumnado desarrolle las competencias específicas en un contexto
determinado. Se pretende que propicien la reflexión, el razonamiento, el
establecimiento de conexiones, la comunicación y la representación. Todo ello
mediante experiencias previas, contextualizadas, que conecten con los intereses
del alumnado y sus necesidades, fomentando la práctica social…etc.
En las
citadas referencias nos indica la normativa que, para el desarrollo de las situaciones de aprendizaje, la “metodología tendrá un
carácter fundamentalmente activo, motivador y participativo, partirá de los
intereses del alumnado, favorecerá el trabajo individual, cooperativo y el
aprendizaje entre iguales mediante la utilización de enfoques orientados desde
una perspectiva de género, al respeto a las diferencias individuales, a la
inclusión y al trato no discriminatorio, e integrará en todas las áreas referencias
a la vida cotidiana y al entorno inmediato.”
La motivación
implica que el alumnado sea consciente de qué aprende, para qué y que promueva
aprendizajes significativos y profundos (aprendizajes utilizados en múltiples
contextos, que vean la relación entre lo que saben y lo que utilizan en esos diferentes
contextos).
Pero
tampoco debemos entender motivación como falta de esfuerzo o de dificultad. La
realización de tareas y actividades deben diseñarse para que sean asumibles por
el alumnado a partir de aprendizajes anteriores conectando con los nuevos y el grado adecuado de complejidad (de ahí la importancia de
contextualizar, individualizar, conectar…). El rol docente es clave para que el
alumnado note la confianza y apoyo, el facilitarles la información, las diferentes
formas de resolución de actividades, la retroalimentación o las estrategias de
aprendizaje adecuadas.
En
este sentido hay estrategias de aprendizaje adecuadas como la evocación, la práctica
espaciada o la práctica enlazada (explicadas por Héctor Ruiz Martín, entre otras
publicaciones, en su libro “Cómo aprendemos”) que generan aprendizajes más
duraderos y transferibles, es decir, contribuyen a obtener conocimientos que
transcienden a tradicionales pruebas de evaluación (diversificar instrumentos y contextos) y que luego proporcionan una gran ventaja
para nuevos aprendizajes en diferentes niveles.
Otro
concepto que aparece en las orientaciones metodológicas es el de la reflexión.
Como docentes, se hace necesario diseñar situaciones de aprendizaje en las que
el alumnado piense sobre lo que aprende, trate de explicarlo con sus palabras o
de aplicarlo en diferentes contextos. De esta forma estaremos consiguiendo
aprendizajes duraderos, capaces de adaptarse a cualquier situación que se les plantee.
Un aprendizaje por comprensión y no en la mera reproducción de datos sin
entender, con estrategias de estudio o de actividades en clase que promueva la
práctica espaciada y la evocación.
Que
el alumnado reflexione sobre lo que escuche, escriba o exponga supone que sea
consciente de aquello que hace, favoreciendo su implicación cognitiva, su
aprendizaje significativo y funcional. Conecta con metodología con
autoevaluación, capacidad crítica, aprendizaje activo, estrategias para
organizar la información y autorregulación de su aprendizaje. Favorece la transferencia
de aprendizajes y desarrollo competencial.
Cualquier
práctica de aprendizaje activo que se lleva a cabo por iniciativa del docente,
debe incluirá actividades que le garanticen que los alumnos están reflexionando
sobre lo que aprenden. He aquí una diferencia importante entre enseñar y ayudar
a aprender
Héctor
Ruiz Martín (Experto en neurociencia y psicología cognitiva)
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