En
este artículo he querido reunir y actualizar lo visto hasta ahora en cuanto a
competencias y evaluación tal y como la entiendo a partir de diversas fuentes
que se citan. La idea principal es enseñar en competencias y no tanto enseñar
competencias como algo dividido en ámbitos o un “añadido” para cumplir.
Para
comenzar, un ejemplo que siempre me ha ayudado a justificar y exponer las
líneas de actuación en este sentido. En Primaria se enseñan contenidos tales
como el mínimo común múltiplo o las reglas de acentuación. En este sentido
suelo hacer una reflexión: muchos de nuestros alumnos sabrán hallar el mcm de
dos números o citar las reglas de ortografía; pero ¿Cuántos de ellos sabrán
utilizar el mcm en una aplicación práctica del día a día?, es más, ¿Cuántos de
los que estamos leyendo esto hemos utilizado el mcm para facilitarnos un
cálculo cotidiano, o sabemos poner un ejemplo de aplicación fuera del aula? Por
otra parte, ¿De qué sirve saberse las reglas de acentuación si al redactar algo
no se ponen tildes?
¿Qué pretendemos que aprendan en lengua?, que definan
conceptos (“el adjetivo”) o que adquieran la capacidad de la expresión oral,
escrita…etc con una adecuada utilización de lo que aprenden (el adejtivo). Si
es lo segundo, quizás habría que enfocar las actividades de manera que no haya que
rellenar huecos o contestar solamente con una definición memorística. Una actividad productiva en la que se escriba, se construya… utilizando, en este caso, el adjetivo (descripciones por ejemplo para
que vea la funcionalidad de lo que aprende).
Esto conllevaría una evaluación de acuerdo a esto que
buscamos, y unos criterios que faciliten la valoración del adjetivo no sólo
como contenido aislado sino dentro de la composición escrita u oral (aunque
haya pasos previos de asimilación del concepto o de la mecánica de aquello que se va a aprender a utilizar).
Igualmente, lo podemos aplicar a Matemáticas,
Conocimiento del Medio…etc. Habría que asimilar contenidos, pero teniendo como
objetivo el insertarlos en su contexto para aplicarlos funcionalmente en una
situación real. Y, por supuesto, evaluarlo de igual manera a como lo trabajamos en clase, de acuerdo a ese objetivo que perseguimos.
Suelo
decir a mis alumnos, puede que me equivoque y estoy abierto a la crítica, que
lo que se aprende debe tener su aplicación y uso de la puerta del colegio al
exterior, y no de la puerta al interior para responder al maestro o preguntas
de un examen. Si no saben para qué sirve, para qué se utiliza y cómo: hay que
preguntar (facilitará la implicación, la motivación…).
Esta
idea no es fácil de llevar a cabo pues requiere trabajar aspectos que a veces
olvidamos por centrarnos sólo en contenidos de áreas en el día a día, uno tras
otro, para “cumplir” el currículum. Por ello, propondría varios aspectos en los
que desarrollar un aprendizaje en competencias, de formación integral del
alumando:
Enseñar a pensar
Un
alumno no debería ser un “receptor” de contenidos sin razonamiento. Si
enseñamos a los alumnos a pensar conseguiremos un paso importante para trabajar
en competencias. Puede que un alumno no sepa una respuesta a un problema, pero
quizás evitemos que ofrezcan soluciones o respuestas sin sentido a poco que
piensen qué están poniendo. Recuerdo un alumno cuya respuesta para un problema
sobre descargar cajas de un camión fue de “300.000 cajas de 100 kg a la hora
cada persona”.
Enseñar
a pensar no es tarea simple. La estrategias de comprensión lectora, el provocar
respuestas explicando, el pedir que digan para qué sirve algo que aprenden, el
que den sus opiniones, el interpretar, analizar, el guiarlos en solucionar
problemas, la autoevaluación, coevaluación... son actuaciones que pueden
favorecer el espíritu crítico y el pensamiento autónomo.
Se
pretende no fomentar la memoria semántica y académica (“Aprendo porque lo dice
el maestro”, “Me lo estudio para aprobar”)
Desarrollar la autonomía
Un
alumno autónomo (que no independiente) es un alumno con base para alcanzar
aprendizajes. Trabajar la autonomía es algo que habría que tenerse en cuenta en
todos los niveles y no sólo en infantil. Organizar el material, organizar sus
horas de trabajo en casa, enseñarlos a resolver dudas con ayuda, las técnicas
de estudio, la autoevaluación en base a criterios, la autorregulación del
aprendizaje, las iniciativas personales... serían aspectos transversales a
incluir en la metodología de clase.
Aprender a aprender
Este
punto que favorece el trabajar en competencias viene desarrollado en el artículo publicado anteriormente. Como docentes qué perseguimos principalmente: que
aprendan memorísticamente reproduciendo contenidos o que tengan la capacidad de
alcanzar aprendizajes por sí mismos a partir de una base que le creemos. (Enseñar a aprender es otro artículo que se publicó en relación a esta temática)
Si
optamos por crearles una base para el aprendizaje, las actividades de todas las
áreas deben estar orientadas en este sentido e ir dando orientaciones y
desarrollando el aprendizaje autónomo, tomar conciencia de lo que sabe,
utilización de estrategias de aprendizaje…etc.
Por
ello, el objetivo sería que el alumno “hiciera”, “produjera” y no tanto que lo
trajera bien desde casa. De esta forma fomentamos el ser consciente de lo que
está bien, el cómo modificar, la autoevaluación, el razonamiento… en definitiva
la regulación de su aprendizaje.
Enfoque de actividades
Lo
que perseguimos es que, además de cumplirse los puntos anteriores, consigamos
que los alumnos sean menos reproductivos y más productivos. Como dice Neus
Sanmartí, Un alumno reproductivo puede “aprobar”
pero no es competente (opciones a,b,c / rellenar huercos… ). El productivo podría resolver preguntas como “¿Para qué
sirven los pulmones a la mano?”, “¿Qué tengo que observar para saber si un
animal es vertebrado?”
Un
alumno reproductivo puede “aprobar” pero no es competente necesariamente. Un alumno
productivo sí desarrolla las
competencias al integrar varias habilidades. Por ello se hace necesario el
adaptar habilidades, el tener en cuenta la situación de cada alumno para
garantizar la posibilidad de producción de acuerdo al nivel de cada uno.
Las
actividades deben responder a la línea marcada sobre evaluación formativa, no
valdría evaluar con actividades que no se hayan trabajado en clase. Además, adaptarse a las características del alumno en concreto para lograr una adecuada motivación hacia el aprendizaje.
Tarea en casa
El
enfoque de la tarea en casa también es importante para el desarrollo de las
competencias. En el artículo de este blog, La Tarea en casa, se especifica cómo
podría ser el tratamiento. Nunca se debe primar el llevarlo bien aun a costa de
no entender nada. Lo importante es que el alumno trabaje y sea capaz de
producir, planificarse, cumplir horarios, organizarse, anotar dudas…etc. En
esto es en lo que desde casa deben guiar los padres (Ver artículo: "Mamá, Papá, ¡Pregúntame a ver si me lo sé"), y no el obsesionarse
porque sus hijos la lleven bien a clase para que el maestro no se enfade. Un
maestro está para enseñar (y por tanto resolver dudas y guiar).
Importante,
que la tarea no sólo es la actividad que pueda mandar (o no) un maestro, sino
el estudio diario cumpliendo las técnicas de estudio facilitadas en clase. Así,
no existiría el “no tengo nada que hacer”.
Preguntar en
clase
Relacionado
con lo anterior. Preguntar, ya sea de tarea del día anterior o de lo que se
está hablando en ese momento, fomenta el desarrollo de la autonomía o del
aprender a aprender. Además se favorece el desarrollo de la expresión oral
(competencia lingüística), razonamiento (competencia matemática). Un alumno que
pierde el miedo a preguntar, es un alumno que potencia y desarrolla su
autonomía en el aprendizaje como agente activo.
Evaluación formativa
“El éxito de una metodología de
enseñanza y de los resultados obtenidos por el alumnado se fundamenta no tanto
en la manera como se dan a conocer los nuevos conocimientos, sino en la evaluación, entendida como
conjunto de actividades que posibilitan identificar errores, comprender sus
causas y tomar decisiones para superarlas” Phillippe Perrenoud (Sociólogo de
la Universidad de Ginebra). ÁngelOlid, inspector de educación, ofrece unas pautas claras sobre evaluación formativa sintetizando las líneas teórico-prácticas:
- Es considerada como parte intrínseca E/A
- Requiere que el profesorado compartan con sus alumnos y alumnas los logros de aprendizaje que se esperan de ellos.
- Profesor: facilitador de aprendizajes
- Ayuda a los estudiantes a saber y reconocer los estándares que deben lograr.
- Involucra a los alumnos y alumnas en su propia evaluación. Se les facilitan herramientas.
- Proporciona retroalimentación que indica a los estudiantes lo que tienen que hacer, paso por paso, para mejorar su desempeño. (Rúbricas)
- Asume que cada alumno o alumna es capaz de mejorar su desempeño.
- Involucra tanto a docentes como alumnos y alumnas en el análisis y reflexión sobre los datos arrojados por la evaluación.
- El objetivo no es “auditar” aprendizajes
- Evaluar en vez de “calificar”
- No se evalúan contenidos, se evalúan competencias
Metodología (relacionada con la evaluación)
La
metodología del día a día debe tener en cuenta a la evaluación formativa.
El alumno debe ser capaz de aprender de manera autónoma. Se debe fomentar una metodología en la que cada alumno sepa en qué
falla y en qué no, que las correcciones no sólo sean indicaciones en la hoja
sino que faciliten el orientar e informar. El día a día en clase, la
metodología utilizada, debe estar en íntima relación con la evaluación por
competencias que se ha citado en el punto anterior. Un trabajo encaminado a
facilitar al alumno herramientas para que aprenda de manera autónoma, que sea
parte activa de su proceso de aprendizaje y donde el objetivo sea el desarrollo
de habilidades que vaya a utilizar y no los contenidos aislados.
Prueba por niveles
Son
pruebas de evaluación escritas (u oral adaptándose el modelo) en las que el
alumno realiza la parte más adecuada a su nivel. Así se garantiza el éxito
entendido como posibilidad de realizar, de avanzar, de poder acceder... Esto no significa que lo que se busque sea
aprobar al alumno, sino que lo que se pretende es que sea “capaz de hacer”.
Se
diseña una prueba (basada en actividades de clase) con tres niveles: uno básico
(relacionado con el recordar), uno medio (relacionado con el aplicar,
comprender) y uno avanzado (relacionado con el analizar, producir,
autoevaluar). Responde a las categorías del aprendizaje. Incluso se propone un
nivel que sería el primero citado pero con ayuda, con guía del maestro.
Estas
pruebas favorecen la autonomía, la autoestima, la autorregulación del
aprendizaje al poder identificar su nivel y, por tanto facilitar su progreso y
evolución.
Al
final, el alumno es consciente de que el aprendizaje significativo se produce
cuando es capaz de realizar actividades que integren conocimientos, relacionen,
interpreten, creen...pero poco a poco y mediante pasos adaptados al ritmo y
características de cada alumno.
Sesiones de evaluación y plan de apoyo
Las sesiones de evaluación participan
de una enseñanza en competencias de manera importante aunque a priori no lo
parezca. Una sesión de evaluación en la que se traten temas relacionados con
competencia lingüística, matemática, autonomía y hábitos, es una sesión
productiva para después dar una verdadera información de cada alumno y, si es
preciso, pasarlo al plan de apoyo y refuerzo como intervención en él o como
aspectos a considerar por el equipo docente al tratar al alumno.
En
definitiva, y de manera coordinada entre todo el equipo docente siguiendo la
idea expuesta por Ángel Pérez (catedrático de la Universidad de Málaga), debemos conseguir que la educación sea una
formación integral de habilidades, conocimientos, valores, emociones… para
vivir y no para aprobar. Reflexionar sobre las Habilidades, sentimientos,
conductas… etc. que nos “otorga” el entorno o forma de vida y lo que se hacía (hace) en la escuela:
el fomentar la memoria semántica y
académica (todo se hace porque lo dice el maestro o para aprobar, no para vivir,
para le sirva).
En definitiva, y como conclusión, que le llamemos "competencias" o cualquier otro concepto, no debe impedir el ir más allá que la mera exposición de contenidos.
Nota:
el siguiente artículo está redactado en masculino ya que consideramos
redundante el nombrar siempre el masculino y femenino (niños y niñas, alumnos y
alumnas, maestros y maestras…), ofreciéndose un circunloquio innecesario. Lo
que se puede decir en una palabra no hay por qué hacerlo en dos. Se sigue lo
expuesto por destacados miembros de la
RAE, rebatiendo la tendencia al desdoblamiento del masculino
y femenino, y de la propia comunicación que hace dicha RAE al congreso sobre lo
innecesario que es esto al estar aceptado el masculino como forma genérica. (Recogido
de la página de inspección de Sevilla y de la RAE). Si se aceptara el femenino como género común, no cabría
duda que así se haría en este documento utilizándose una misma forma. La coeducación, necesaria hoy día, debe fomentarse con actitudes y hábitos del día a día más que con artificios forzados. Pero como buen deportista, y sin pecar de dogmatista, estoy abierto a la crítica (lo que sea menos pedirme que escriba una @, que no es una letra).