martes, 31 de octubre de 2017

¿PARA QUÉ VENIMOS AL COLE?

Edito una entrada antigua sobre el sentido de "ir al cole". Y lo hago tras ver cómo, a veces, existe la idea que los niños y niñas van al cole a corregir los deberes de casa. Padres y madres podemos tener la preocupación de que si no se lleva bien hecha la tarea, en clase se le va a "poner mala nota". La idea de la tarea en casa debe ser progresiva y para crear autonomía y responsabilidad (cada centro puede tener su proyecto cómo hacerlo), tratando la información y viendo dónde puede haber dudas para preguntarla en clase al día siguiente. Esta es la verdadera formación.

La función de padres y madres debe ser de guía en razonamiento, de organizador, de ayuda para anotar dudas... y siempre respetando tiempos (el exceso no provoca aprendizaje), momentos de juego y de descanso.

Una "obsesión" por llevarlo bien, en ocasiones, hace que les borremos a los niños lo que escriben o que creemos un clima de crispación que no ayuda al niño o niña a darse cuenta de su error, a razonar... o lo más importante, a acostumbrarse a preguntar en clase que es donde verdaderamente va a aprender (se conoce mejor la metodología a utilizar, las progresiones, las adaptaciones...).

Como maestro, lo que más valoro es cuando un alumno me pregunta algo que no entiende (y todos son capaces de hacerlo si le creamos la necesaria confianza y el clima adecuado)




Por eso, y aunque parezca de Perogrullo, es necesario saber PARA QUÉ VENIMOS AL COLE:
En primer lugar, “venimos a aprender”.  El protagonista de todo es el alumno, no el maestro; por tanto, el objetivo principal no es enseñar, sino que el alumno aprenda (con lo que conlleva en cuanto a metodología, objetivos, evaluación…). Debemos fomentar el aprendizaje, detectar errores o dudas. No se trata de ser "auditores de aprendizajes" (frase de Ángel Olid, antiguo inspector de Educación)  o de deberes de casa sino de favorecer que el alumno se involucre en su proceso.

“Venimos a hacer, a crear”. El alumno no entra en clase a recibir una clase expositiva en la que no haya diálogo, participación, investigación, análisis, cooperación, aplicación…etc. Hay que utilizar metodología activa en la que alumno se sienta involucrado, teniéndose en cuenta un aprendizaje activo.

“Venimos a conocer, a encontrar sentido y utilidad” a todo lo que se aprende, a comprender y conocer. El objetivo no es repetir utilizando una memoria rígida sin saber qué se está diciendo o sin entender.  La escuela debe preparar para ser personas, no para la propia escuela. Los aprendizajes habrán de medirse, utilizando una memoria de carácter flexible, por lo que el alumno es capaz de hacer, aplicar o experimentar, no por lo que es capaz de almacenar.

No se trata de eludir los conocimientos sino darles un carácter de utilidad.

“Venimos a equivocarnos”. Si el objetivo principal es el que el alumno aprenda lo normal es que se equivoque, por lo que deben perder el miedo al error. Se debe ofrecer retroalimentación al alumno. El colegio no debe ser el lugar donde se pone una calificación a todo lo que se hace; hay que orientar, guiar, formar, fomentar la autoevaluación, autorregulación… Todo ello diseñando actividades adecuadas y una evaluación justa y de carácter formativo

“Venimos a ser responsables”. Desarrollar la responsabilidad como parte importante de la autonomía, que permita al alumno aprender a aprender. Formación que tome el estudiar para aprender y no para aprobar. A que el esfuerzo sea premiado. Esencial que es que se ofrezcan pautas de programación de tareas en casa, sabiendo que a estas edades es muy importante el tiempo dedicado al juego y al ocio.

“Venimos a convivir, a ser”. Relacionarse con el resto de personas. Aceptar normas diseñadas para el respeto extrapolables a la vida en sociedad. Si se fomenta el respeto y trabajo en grupo en el colegio, tendremos personas que sepan vivir en sociedad.

En definitiva, venimos a desarrollar un pensamiento crítico, a ser personas