Aunque este blog tiene entradas relacionadas con la Educación, hay artículos que bien pueden aplicarse a diferentes ámbitos y contextos de la vida diaria. En este caso, todo cambio o innovación tendente a la mejora de la práctica educativa supone un reto importante con muchas dificultades que hay que ir superando.
El siguiente cuento es una historia que bien puede aplicarse a este contexto o, como ya he comentado, a cualquier otra situación personal. Mi experiencia ha sido el utilizarlo en uno de los cursos de formación sobre competencias clave en educación; teniendo la suerte de compartir ponencia con José Antonio Gil Vega que fue la persona que hizo llegar esta inspiradora historia a todos los asistentes.
Érase
una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su
vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar
y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía
y eso le hacía resignarse y sentirse vencida.
El
hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que
tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre
fuego. Cuando el agua comenzó a hervir colocó en un recipiente una zanahoria,
en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin
decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era
lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las
zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro
plato. Finalmente, coló el café.
Miró
a su hija y le dijo: "¿Qué ves?”. "Zanahorias, huevos y café",
fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella
lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo
rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que
probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, papá?"
Él
le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua
hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó
al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había
vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su
cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua
hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo era único;
después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.
"¿Cual
eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu
puerta, ¿Cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando
la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu
fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido, te has vuelto
dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado por dentro?
¿O
eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor.
Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si
eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor
y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
Y
tú, ¿Cuál de los tres eres?