Entendemos el evaluar como el proceso mediante el cual, tanto docentes como alumnado, obtienen información sobre el grado de aprendizaje conseguido con la intención de llegar al objetivo planteado. Siempre, claro está, recogiendo evidencias sobre dónde está cada alumno, qué necesita para avanzar, cómo se puede mejorar el proceso, cuánto saben...
En muchos casos se sigue considerando la evaluación solo desde el punto de vista sumativo, como calificación final. Es lo que llega al alumnado en muchas ocasiones, admite que es así. Pero la evaluación por competencias no debe dirigirse solo al conocimiento de los resultados, hay que volver útiles los conocimientos, aprender haciendo, cómo utilizo lo que aprendo o para qué sirve. Explicarles qué es evaluar y para qué. Como dice Neus Sanmartí "La escuela se ha pervertido tanto con el elemento acreditativo que los alumnos no se dan cuenta que los evaluamos para saber dónde están y qué necesitan. Nadie puede educar a otro si no va viendo el progreso. No se puede hacer un proceso intencional, para conseguir una meta, sin tener una evaluación".
Centrándonos en Primaria, la evaluación tiene un marcado carácter formativo. Se trata de dar sentido al proceso, al evaluar para aprender, a ofrecer un juicio cualitativo sobre el grado de desempeño alcanzado y que el alumnado tenga parte activa en ella. De esta forma podemos dar una respuesta educativa adecuada al alumnado cuando se vayan recogiendo evidencias sobre el grado de aprendizaje y de competencias del alumno. Todo ello nos permitirá adaptar el proceso: Dónde están, Qué necesitan o cómo mejorar. Avanzar en el aprendizaje también es aprender y debe quedar patente. Si tras una "evaluación estándar", un alumno no llega a los mínimos y obtiene una calificación suspensa , habiendo progresado, no se vería reflejada la mejora. Por tanto, es básica la evaluación cualitativa y respecto al nivel individual de cada uno.
En Primaria, una vez termine el presente curso es esto lo que nos debe preocupar para el curso siguiente. No es simplificarlo todo con el aprobar o suspender, sino ofrecer una adecuada respuesta educativa para el progreso del alumno a partir de su nivel. Evaluar tiene validez cuando se considera el proceso: "Si la evaluación no se mueve, el resto no se moverá". Que, por cierto, sería conveniente, desde mi punto de vista, que se tuviera muy en cuenta para nueva orden curricular en primaria para Andalucía.
Y, entonces, qué se evalúa. Pues ahí es dónde nos encontramos con una cuestión clave: ¿Qué es aprender?. Si cada docente tenemos una consideración sobre lo qué consideramos aprender, pues nuestra enseñanza irá encaminada a esa concepción y, por tanto, se evaluará de acuerdo a ello sin atender al rigor que proporciona la normativa, el proyecto educativo o la necesaria coordinación docente.
Para conseguir la objetividad entran en juego los criterios: Los criterios de evaluación, al integrar
en sí mismos conocimientos, procesos, actitudes y contextos, se convierten en el referente más completo para la
valoración de los aprendizajes
adquiridos en cada área sino
también del nivel competencial alcanzado por el alumnado (desarrolla
capacidades e integra competencias). Los criterios se concretan en los indicadores (compuestos por procesos cognitivos, contextos y contenidos) e indican qué vamos a evaluar; porque si no sabemos qué vamos a evaluar, no sabemos qué vamos a enseñar.
Imagen 1: Fragmento de las disposiciones generales de la Orde de 4 de noviembre de 2015
La integración de los indicadores en diversas actividades y tareas genera competencias y contribuye al logro de los objetivos que se indican en cada uno de los criterios. Nos permiten adaptar y modificar contextos y contenidos a los diferentes ritmos, necesidades, momentos del curso, de la programación...etc. Tiene en cuenta a la metodología, ya que se aprende haciendo. En este punto podríamos conectar con lo que Wiggins llamó evaluación auténtica.
Por tanto, tanto criterios como indicadores, serán la referencia al evaluar y no los contenidos descontextualizados (Ver primer párrafo de la imagen 1). Dichos contenidos son necesarios pero con carácter "vehicular" como ya indicaba la Orden 17 marzo 2015 en sus orientaciones metodológicas (que, aunque haya sido sustituida por Instrucciones de 27 de junio, han sido referencia para tratar contenidos). Se trata de volver útil los conocimientos, pronunciarse sobre sobre niveles de competencias adquiridos, tener en cuenta la metodología, mejorar los aprendizajes poniendo énfasis en los procesos... en definitiva: una evaluación estimulante que sirva para motivar (en el sentido de que se sepa para qué), para aprender y para la mejora.
Importante, siguiendo con la objetividad, será diversificar los instrumentos (dónde recojo la información) y las técnicas (cómo voy a evaluar) para abarcar todos los conocimientos y para atender a todas las formas de aprender. Las actividades evaluables no se deben centrar solo en el examen, que pudiendo ser adecuado, miden un momento en concreto y no todos los procesos cognitivos que marcan los criterios. La idea es no estandarizar procedimientos ni evaluar a todos en una fecha fija, ya que las competencias es algo más complejo (combinación de actitudes, capacidades y conocimientos) y más importante que hacer ejercicios repetitivos y descontextualizados.
No es eliminar la calificación, pero es importante puntualizar que debe tener como referencia a los criterios, y sería necesario que fuera acompañada por una evaluación más narrada, de carácter cualitativo. Y más aún en Primaria, con lo que no nos debe preocupar un aprobado o no, sino que haya información al alumnado, a las familias y con medidas necesarias durante el curso o en el siguiente.
No quisiera dejar de citar la orden ECD/2015 de 21 de enero, en la que también se concreta que el aprendizaje debe ser competencial y no centrarse solo en sucesión de contenidos, que se evalúa el proceso, el variar instrumentos y la participación activa del alumnado mediante la coevaluación y la autoevaluación.
En cuanto a la no promoción, siempre debe ser una medida excepcional (artículo 16 de la Orden citada de evaluación) y se tomará tras haberse agotado el resto de medidas de refuerzo y apoyo para solventar dificultades. De una u otra forma, siempre se deberá tomar medidas en el siguiente curso; todas derivadas del proceso de evaluación. El referente siempre será adquisición de las competencias de cada ciclo, por tanto un argumento más para no evaluar contenidos descontextualizados.
En resumen, y de acuerdo a la Orden de 4 de noviembre de 2015 en su artículo 2, una evaluación debe ser objetiva (fiable, con diversidad de instrumentos), global (que proporcione feedback), formativa (incluida en el proceso, así tiene validez) y criterial (basada en los criterios, en el qué enseñar). Debemos tener un plan: qué tienen que aprender, cómo lo voy a evaluar, y qué instrumentos voy a utilizar.
Todo esto nos puede llevar a la conclusión en un posible debate sobre "aprobados generales en Primaria": no equiparar calificar con evaluar, que en Primaria lo importante son las medidas con cada alumno a partir de una buena evaluación formativa y no centrar el debate en aprobar o suspender un curso sino en crear un contexto de aprendizaje con adecuados recursos.
En estos días estamos en una "educación a distancia" con sus situaciones difíciles y complicadas que hay que saber tratar. Pero que en el debate creado no se cite a la evaluación como mera calificación. La evaluación es necesaria y se hará de acuerdo a contextos, situaciones, lo que haya podido trabajar el alumno, sus progresos, dificultades... que se hacen llegar a familias y alumnado (PASEN principalmente pero también mediante correos). Lo de calificar, en Primaria, no debe preocuparnos (es mi modesta opinión).
Decía Phllippe Perrenaud que "En el mejor de los casos, los jóvenes son sabios cuando salen de la escuela, pero no necesariamente son competentes. No aprendieron a utilizar sus conocimientos fuera de las situaciones de un examen".
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