sábado, 7 de marzo de 2020

SOBRE BULOS Y MENTIRAS

Actualmente proliferan noticias falsas o bulos a través de redes sociales, whatsapp o en simples conversaciones con amigos, conocidos o familiares. Cada vez que me llega algo así, además de confimar lo necesario que es formar personas críticas y con capacidad de razonamiento, recuerdo cuando leí sobre la Ley Brandolini. Realmente no es una ley en sí misma sino un principio que, desafortunadamente, estamos viviendo continuamente. 

Alberto Brandolini, informático italiano, tutiteó en 2011:

"La cantidad de energía que se necesita para refutar o corregir una mentira o bulo, es de magnitud superior a la que se necesita para producir esa mentira o bulo"

Es decir, refutar mentiras es mucho más difícil que crearlas. De ello se sirven los que quieren tener poder, influir en grupos o buscar algún beneficio personal. ¿Por qué se transmiten bulos y mentiras?

  • Intencionalmente para potenciar el ego (el que maneja la información, tiene el poder)
  • Por desconocimiento. Se ignora la realidad completa, sólo se conoce una parte dándose por cierto el todo. Suele responder también al "me han dicho que..." y genera miedo o temor.
  • Porque "me ha pasado a mí" y se transfiere a una generalidad dando por hecho que eso pasa.



En los tres casos se difunde sin crítica, sin acudir a la fuente o dejándose llevar por aquellos que dicen que sí han acudido a una "supuesta" fuente (por lo que se aprovechan del desconocimiento del grupo).

La mayoría de las veces, lo relevante no es la mentira en sí sino la intencionalidad del que miente. Una intencionalidad basada en el desprestigio al prójimo, en el ansia de poder por encima de todo.

Pero, ¿Y si hablamos de opiniones? ¿No son respetables? Pues hay opiniones que se basan en mentiras, sin argumentos contrastados, sin base científica, legal o estadística. Estas opiniones inician enfrentamientos y atentan contra las libertades o el rigor de las actuaciones. Y esas opiniones no son respetables, son afirmaciones gratuitas.



Algo que hay que tener siempre presente, evitemos ser engañados por nuestra propia ignorancia, porque de ella se servirán los que quieren influir en nuestras opiniones. Podríamos seguir los siguientes pasos para no caer en bulos o mentiras:

  • ¿Quién comenta o publica? ¿Te informa de fuentes fiables? Y si te cita fuentes ¿Las has contrastado?
  • ¿Son titulares "fáciles"? ¿Has acudido a un estudio o texto completo?
  • Hay cadenas en de mensajes en grupos de whatsapp o redes sociales que no debes dar por cierto si no te has asegurado con los puntos anteriores




Y a los que sufren bulos o mentiras, decirles que, como dijo Cervantes, "Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades". Por eso, cuando la mentira te pille de cerca, lo mejor es no gastar energía en desmentirla y así se evita el provocar enfrentamientos, además de utilizarla en otras vías más productivas: el seguir hacia adelante con educación en una mejora continua.

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