domingo, 25 de agosto de 2013

SENSACIONES (Enseñaza educativa a partir de un ejemplo del deporte)

Hay situaciones en las que extrapolar vivencias o experiencias en el deporte puede ayudar a comprender mejor lo que se persigue en el campo de la educación, como es el caso.

Las sensaciones en el deporte son un factor muy importante y determinante del éxito en la consecución de objetivos o de manera puntual.  Se podrían diferenciar (una distinción personal) entre “sensaciones anímicas” y “sensaciones de ejecución”. Las anímicas son aquellas que podríamos sentir antes de comenzar una competición, partido, concurso… y dependen de muchos factores (generalmente externos) que no vamos a tratar.

Centrémonos en las “sensaciones de ejecución” y tomemos como ejemplo el tenis (y, mientras, invito a hacer un paralelismo maestro/alumno en el colegio). Serían aquellas necesarias para entender un golpe (revés, saque, volea…). El saber cómo es la ejecución, por qué se realiza de una determinada manera y, algo importante, cómo lo estoy haciendo.  Si consigo estos pasos podré decir que entiendo el golpe (su ejecución) y, por lo tanto, sabré identificar errores para retroalimentar el siguiente gesto técnico y producir mejora. Perseguir buenas sensaciones.

El entrenador/monitor debe enseñar mediante diferentes estrategias (analítica, global, polarizando la atención en algún punto…) y progresiones en cuanto a complejidad (el golpe solo, combinado con otros, con desplazamientos…) hasta llegar a una situación similar a la real, a la que se va a encontrar en la competición. Pero siempre asegurándose que el jugador entiende el golpe y conoce sus sensaciones, pues sin ellas no hay aprendizaje, tan solo un mecanicismo (“hago este movimiento porque me lo dice mi entrenador pero realmente no consigo saber cuál es el objetivo de mover el brazo o los pies como él me marca”)

El jugador interioriza cada gesto, cada golpe, cada movimiento… y si lo entiende podrá medir sus sensaciones cuando golpea, se podrá retroalimentar, se autoevaluará a partir de lo que conoce que es lo correcto.

Por ello, cada gesto técnico aunque sea aprendido de manera analítica no debe tener un fin en sí mismo, sino el de aplicarlo a la competición. Hay que entrenarlo junto con el resto de golpes en situaciones reales.
 
 
 
Ahora vamos a establecer la equivalencia con el aprendizaje de un área y un contenido en Primaria. Pongamos como ejemplo una división (sea por el método que sea): tengo que saber cuáles son los pasos a seguir (la ejecución en sí), por qué se realiza (para repartir) y ser consciente de qué busco y si el resultado tiene sentido (cómo la estoy haciendo). Por tanto, cuando consiga estos tres pasos podré decir que entiendo la división y sabré identificar errores importantes (continua mejora).

El maestro utilizará diferentes estrategias y progresiones pero sin olvidar que hay que llegar a una situación real de aplicación (lo que sería el partido) y entrenar en ello junto a otras habilidades aprendidas: desarrollar competencias

No nos valdría de nada hacer cientos de divisiones si no las aplicamos a contextos reales, como no nos valdría de nada ejecutar un revés cientos de veces pero nunca establecer situaciones reales de partido con otros golpes, desplazamientos, efectos… Nunca podríamos progresar a partir de tener sensaciones, puesto que no podemos valorarlas al no haber vivido nunca esa situación.

La sensaciones vienen con el golpe (la división) realizado en su globalidad y en una situación real  de partido (un problema, un contexto cotidiano…). Esto es lo que hay que entrenar (competencias) una vez practicado el golpe.

En definitiva, que aunque se puedan fragmentar los golpes para aprenderlos en preparación, pies, golpeo, terminación… (dividir, sumar, multiplicar), el sentido último es utilizarlos en el partido (resolver una situación cotidiana) y para ello hay que entrenar (actividades por competencias).

Así,  no tendría sensaciones si llevo a cabo el “hago este movimiento (la división) porque me lo dice mi entrenador (maestro) pero realmente no consigo saber cuál es el objetivo de mover el brazo o los pies como él me marca (podría resolver cientos de divisiones pero pocas veces identificar cuándo se utiliza y por qué)”. Unas buenas sensaciones vienen dadas cuando se entiende lo que se realiza y su sentido, pudiéndose de manera autónoma identificar errores y solventarlos a partir del bagaje que se tiene de la práctica real y no descontextualizada ni fragmentada.
 
 
 
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