domingo, 7 de marzo de 2010

La evaluación (que llega a casa)

En anteriores entradas se hablado de la evaluación y de la forma en que, a mi modo de ver, se debe concebir. Estas perspectiva, que estaba centrada en el tratamiento desde el propio centro, debería llegar de la misma forma a los padres y madres del alumnado.

Se ha hablado de que la evaluación debe responder a criterios reales, no descontextualizados ni basados en contenidos aislados. Debemos evaluar en base a criterios de aprendizajes significativos donde se entrelazan conocimientos y habilidades generadoras de competencias básicas.

Pero todo ello debe ser comunicado al propio alumnado y, en el tema que nos ocupa, a los padres y madres. A casa no debe llegar la idea de que se evalúa teniendo en cuenta un control quincenal en el que se pone una calificación ya que, obviamente, el padre o madre hace su propia nota media y obtiene el hipotético resultado final de la evaluación.
Es conveniente que desde casa se entienda que evaluar es tener en cuenta todos aquellos indicadores que nos hemos propuesto desarrollar en cada una de las competencias. Cuando expongo nuestra experiencia en la evaluación por competencias, comento ejemplos que pueden servir para ilustrar lo citado: Un control de lengua, que no deja de ser una herramienta más de evaluación, lo corrijo indicando aspectos como expresión escrita, comprensión, ortografía, presentación, vocabulario, orden de lo que se quiere decir...siendo varias las anotaciones que escribo además de valorar la progresión global del alumno en concreto y todo ello sin poner nota numérica (algo que explico en la primera reunión de tutoría). Lo primero que hacen los niños es mirar si hay nota, sin tener en cuenta qué deben mejorar y en qué han progresado (algo que se puede conseguir poco a poco). Igualmente, cuando llegan a casa, los padres buscan la correspondiente nota sin atender a las anotaciones u observaciones, algo que realmente es lo esencial.

Otras veces nos hemos encontrado con reclamaciones (ojo, en Primaria) sobre si en tal o cual pregunta debemos ponerle un 0'25 más, un regular alto en vez de un regular...etc.

Esto que quiere decir:

Primero; que quizás no estemos transmitiendo bien a los padres qué es evaluar. En casa, desde mi punto de vista, no deben priorizar sobre la calificación numérica aislada, sino qué grado de adquisición va asimilando el hijo para aplicar un conjunto de habilidades y conocimientos que le sirvan en su desarrollo. Un siete, un cinco o un 4'25, no nos dice nada sobre la evaluación, sobre si es capaz de aplicar o no lo aprendido. Por ello, si vamos a poner una calificación, pienso que debe ir acompañada de una valoración de en qué debemos polarizar la atención en el alumnado y en qué evoluciona de forma positiva.

Segundo; que al final, por muy bien que estemos trabajando en el día a día por competencias, si no las tenemos en cuenta para evaluar, no tendrán sentido ni razón de ser.

Tercero; que habría que evitar que desde casa inculquen a los hijos que lo importante es aprobar (ya sea con un siete, seis o cinco) como si pasar temas fueran partidos de fútbol que suma puntos si lo ganas (aprobado) y se queda atrás si los pierdes (no se aprueba), sin ninguna conexión con el siguiente.

Sólo de esta forma tendrá éxito la evaluación (y promoción) basada en competencias: Tener claro unos
indicadores de evaluación para cada competencia y tenerlos en cuenta al evaluar, al informar y al establecer los resultados de dicha evaluación, ya que ésta no debe ser más que el punto y seguido en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario