sábado, 23 de junio de 2018

FINAL DE CURSO: POR QUÉ HE APRENDIDO DE MIS ALUMNOS

Hemos llegado, un año más, al final de curso. Estos días siempre son muy especiales y emotivos con niños y niñas que se despiden de Primaria o que para el siguiente curso cambiarán de tutoría. Son sensaciones que vives cada año pero que siempre son diferentes, siempre te dejan un nudo en la garganta, una voz entrecortada y lágrimas de nostalgia que, a veces, intentas evitar pero te das cuenta que es imposible. Nuestra profesión te deja estas maravillosas experiencias y un curso más de aprendizaje. Sí, de aprender de los niños y niñas que has tenido en clase, de aprender de cada uno de ellos. Una persona me decía hace unos días: "Pues yo no entiendo eso de que se aprende de los alumnos". Esta afirmación me dio para pensar cómo lo explicaría, cómo le contaría que siempre estoy aprendiendo de ellos puesto que se suele manifestar que un buen docente es aquel que, entre otras cosas, aprende de sus alumnos.

Aprovechando que llegamos a final de curso, querría explicar brevemente por qué considero que siempre aprendemos de nuestros alumnos. Lo primero que hay que considerar es que cada alumno, cada situación y cada contexto es diferente. Esto conlleva adaptarse a esa diversidad de alumnado, de situaciones, de entornos, de contextos... buscando alternativas y observando errores que como maestro pueda cometer para poder modificar mi acción en el aula, para que cada alumno saque lo mejor de sí y para que consiga progresar en su aprendizaje dando los pasos adecuados y priorizando necesidades. En definitiva, para conseguir esto, yo también estoy aprendiendo.

Nuestra profesión no es mirar "qué tengo que dar" y explicarlo a todos por igual para, pasados unos quince días, hacerles un examen. Es algo mucho más complejo pero a la vez con un objetivo simple: que aprendan. Para que aprendan deben entender y comprender primero para, después, aplicar, utilizar y darle sentido. Y los niños, como personas que son, tienen muy diferentes formas de ir aprendiendo. Esta, como maestro, es mi preocupación y mi dedicación cada día: encontrar ese camino para que aprendan.

Si siguiera dando una clase igual que hace casi veinte años cuando comencé, creo que mis niños y niñas de ahora no aprenderían todo lo que pueden hacerlo. Cada época es diferente, cada año es diferente, cada niño es diferente...

Un año más....¡Gracias, chavales!



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