domingo, 9 de septiembre de 2012

LA MOTIVACIÓN EN EL APRENDIZAJE

En el libro de Joan Vaello (“Cómo enseñar a los que no quieren”) se incluyen una serie de orientaciones para trabajar la motivación. El libro en sí es muy interesante aunque en esta entrada se recogen los aspectos básicos del apartado referente a la motivación y que conecta con la línea de evaluación formativa, muy presente en este blog.




Los alumnos están motivados pero hacia algo que les interesa, por lo que hay que dirigir sus intereses (lo escolar no le interesa en muchas ocasiones porque no encuentran sentido). Lo primero sería Hacer que quieran (tener en cuenta la diversidad de intereses de un alumno y no sólo diversidad de los que no pueden, es decir, no sólo entender la atención a la diversidad como refuerzo a los que tienen dificultades sino también a aquellos que hay que motivar independientemente de los resultados académicos).



Pasamos, entonces, a utilizar estrategias de motivación y control: Utilizar estrategias de control (no siempre para no crear dependencia) junto con estrategias de motivación (ya que éstas últimas solas no funcionan, sería ingenuo pensar así). De esta forma habría que predisponerlos a una actitud favorable, conseguir que esperen algo de lo que se imparte, que obtengan motivación por el logro de una actividad realizada con éxito además de una motivación extrínseca derivada de la obtención de recompensa y una intrínseca o de interés por la materia (interés relacionado con significatividad, con funcionalidad y utilidad de lo que aprenden. Se aprende para utilizarlo, no para repetirlo semánticamente).



También habría que trabajar la Expectativa. Las tareas escolares las realizan los que esperan obtener algo positivo, satisfactorio, algo que ganar, el éxito pero entendido como satisfacción personal de progreso reconocido tanto de manera intrínseca como extrínseca. Pero, ¿Cómo saben si van a tener éxito? A través de anteriores tareas y mensajes del profesor (que debe inculcarle al alumno la idea de “que puede”, “que es capaz de progresar”). El alumno, según los mensajes que les demos intentan o abandonan (estudio = éxito probable; estudio =fracaso casi seguro). Siempre, repetimos, entendido éxito como peldaño superado, como paso conseguido aunque no sea el final (base de una adecuada evaluación formativa).



Para Favorecer la expectativa:



  • Objetivos (difundirlos claramente y hacerle ver que lo pide porque lo pueden dar: ojo a no decir que “esto es difícil y si no están preparados, no lo superarán”). Unos objetivos planteados de acuerdo a las condiciones y ritmos del alumno favorece la motivación.
  • Diversificar objetivos (los meramente cognitivos con el resto de formativos)
  • Graduar objetivos (varios niveles de consecución según la persona y sus características.
  • Pedir lo que se va a valorar y valorar lo que se ha pedido (relación objetivos con criterios evaluación). El alumnado se “desengancha” si sólo se evalúa lo puramente académico.
  • Incluir criterios universales (evaluar según condiciones y adaptar criterios. Para evitar conflictos o reticencias incluir criterios relativos a lo socioemocional como esfuerzo, hábitos, mejora continua, convivencia…). Son objetivos que todos los pueden conseguir en mayor o menor medida, por tanto se mejora lo académico al sentirse las mejoras, el progreso. Esto no es más que trabajar por competencias…
  • Vencer reticencias con calificaciones personalizadas o mensajes a padres. Importante: “venga vale, todo esto está muy bien pero al final mi hijo lleva un Insuficiente”; hay que evitar esto. Una evaluación individual (y no tanto Criterial o normativa) facilita la implicación del alumno.
  • Asegurar logros para que sigan creyendo y evolucionando (ayudas, guías)
  • Expectativas del profesor a alumnos (evitar objetivos rígidos iguales para todos, incomprensibles o excesivamente teóricos)

Vamos ahora con dos tipos de motivaciones que aseguran la consecución de lo anteriormente tratado:

La motivación intrínseca viene por interés por la materia (aunque todo aprendizaje debe ir ligado a esfuerzo y persistencia y no sólo a lo atractivo)


  • Selección de contenidos (supresión de los prescindibles): los próximos a su realidad, los útiles, banco de materiales, información nueva y sorprendente, adaptar a la dificultad, interdisciplinariedad)
  • Presentación de contenidos (conectarlos con lo que ya saben, interrogante o problema, explicitar la utilidad, diferentes formas de presentarlos, anécdotas, ejemplos reales o cercanos, aclaraciones a conceptos, instrucciones claras de los procesos, de lo básico a complejo…)

La motivación de logro es el deseo de tener éxito (percepción de la propia capacidad y provocar que ésta sea positiva). Para ello hay unos factores:


  • Nivel de aspiración (el motivado tiene niveles alcanzables)
  • Nivel de esfuerzo (por tener éxito, por tener recompensa, por valoración…cada uno)
  • Experiencias pasadas (historial de éxitos o fracasos para abordar la tarea)
  • Estrategias de aprendizaje (con más técnicas, mayor implicación)
  • Valor y utilidad de tareas (sean útiles)


Importante para adquirir esta motivación:



  1. Propiciar tareas de éxito (mensajes de competencia, actividades autorreforzantes, tareas de diferentes niveles de dificultad, cerrar todas las tareas iniciadas respetando ritmos, retroalimentación, favorecer autoconcepto académico)
  2. Reconocimiento e incentivación de esfuerzo habitual (aparecer en criterios, comunicarse criterios al inicio a padres y a alumnos, formulados de forma clara
  3. Fomentar participación (actividades con tiempo, respetar intervenciones y aprovecharlas para reforzar o ampliar, fomentarlas, escucha activa, distribuir responsabilidades, reconocer trabajo, intercalar preguntas en las explicaciones)
  4. Actividad variada (no “pasividades”, veinte minutos máximo de explicación a no ser que se incluyan preguntas de oxigenación, diferentes modalidades de intervención, diferentes procedimientos instrumentales, detectar indicios de fatiga)
  5. Calificaciones como incentivo (motivación extrínseca). Evaluación continua y formativa, criterios de evaluación diversificados, adoptar compromisos, informes personalizados)
  6. Automotivación del alumnado (actitud favorable para intentarlo, confianza en posibilidades, sobreesfuerzo inicial, objetivos a corto plazo, estudio como hábito, combatir distractores, técnicas activas de aprendizajes, curiosidad, autogratificarse, plan activo)
Un alumno no es una botella que llenar sino una lámpara que encender (Savater)
Los intereses que la clase trae al alumno deben superar los que el alumno trae a la clase.


El alumno no va a la escuela a recibir algo, sino a hacer algo